¡¡Sin aliento me dejó esta escena!! |
Todavía recuerdo
cuando mi padre me puso una película llamada La guerra de las Galaxias. Él me
sentó a su lado en el sofá, con un bol de palomitas y me dijo que me preparara
para lo bueno. Y vaya si era bueno ¡¡me apasionó!! Y así, como quien no quiere
la cosa, mi padre me volvió una friki y un “chicazo” en todo lo referente al
cine. No, yo no fuí al cine a verla ¡¡ni siquiera había nacido!! Pero eso no
importa, porque cuando vi esa primera película mi mundo cambió, mi forma de ver
el cine evolucionó. Entendedme, yo tenía unos 8 años y venía de ver como una
obsesa compulsiva la película del Dragon Eliott (creo que llegué a verla unas
50 veces y en todas ellas terminaba llorando) , E.T. y todas las princesas Disney.
Mi mundo estaba
postrado ante Disney y sus happy endings, hasta que mi padre decidió compartir
conmigo su pasión por la ciencia ficción, la fantasía y las películas de
aventuras. Fue entonces cuando la literatura de ciencia ficción apareció en mi
vida, principalmente de la mano de Isaac Asimov, los comics empezaron a copar
mi tiempo y La Guerra de las Galaxias hizo su aparición estelar. Yo alucinaba con ese prólogo tan largo con
letras amarillas que me daba la sensación de que iba demasiado rápido como para
poder leerlo (obviamente no eras así) y
con esas naves espaciales y esos disparos con luces que me tenían hipnotizada
(y no me hagáis hablar de cuando vi el sable de luz por primera vez….). Ahora
veo esas primeras películas y, pese a que los efectos especiales están anticuadísimos,
sigo emocionándome como la niña pequeña que era cuando lo vi por primera vez.
Si tuviera que hablar
de personajes o escenas favoritas debo decir que me enamore a primera vista de R2D2
y C3PO (me da igual tener 8 años que 29, sigo queriéndolos) y lo flipé con el
mítico: Luke, I´m your father (los pelos como escarpias ¡¡oiga!!). Hand Solo se
convirtió en mi primer amor platónico y Darth Vader me produjo mis primeras
pesadillas. Todavía hablo o, mejor dicho, hablamos (sí, sí, que todos los
hacemos) como Yoda. Porque sí, señores, Yoda es atemporal.
Los tres episodios
clásicos son, sin lugar a dudas, mis favoritos. Quizás porque con mi padre los
ví una y otra vez hasta sabernos diálogos de memoria. Las tardes del domingo,
eran tardes de cine, y entre Star Wars e Indiana Jones creo que he pasado los
mejores domingos de mi niñez.
También pudimos ver
los otros 3 episodios y lamentarnos por su existencia. Imposible olvidar la
sensación de enorme decepción tras ver el episodio I, aunque en honor a la
verdad, el episodio III logró tocarnos un poco “la patatita”…. Bueno, a mí me
robó un poco el corazón Anakin Skywalker, pero qué queréis que os diga, los
chicos malos son mi debilidad xD.
Y aquí estoy ahora,
con 29 años y a un paso de la treintena, pensando en hacer este fin de semana
maratón de Star Wars para prepárame mentalmente de cara al estreno del Episodio
VII. Con la ilusión de un niño y con el temor de un adulto que sabe que puede
pero que no quiere decepcionarse.
¿Estará a la altura?
¿Será muy Disney? ¿Acabaremos con la boca abierta al final? ¡¡Que ansía!!
Solo tengo una
sensación triste pensando que ojalá mi padre estuviera aquí conmigo para poder
emocionarme con él y ansiarnos juntos de cara a la nueva película, poder sacar
con él las entradas y prepararnos para ir juntos al cine por mi cumpleaños
(sería el mejor regalo para celebrar mis 30 años), pero estoy segura que desde
el cielo, ese día, estará preparándose un bol de palomitas y me estará
diciendo: Hija, prepárate para lo bueno.