Querida True Blood,
Han pasado muchas temporadas, más de las que me esperaba. Contra
todo pronóstico te has ido manteniendo en la parrilla, has luchado y mordido
por estar una temporada más, pero aquí estamos hoy, dándote el adiós definitivo.
Debo decir que fuiste una serie muy
esperada, muchos estábamos deseosos de hincarle el diente a vampiros de verdad,
de esos que exudan sexo y tiñen de rojo múltiples cuellos. Otros buscaban en ti
la opción adulta al exceso de hormonas de Crónicas Vampíricas y a la
infantilidad católico-vampírica de Crepúsculo. Y otros muchos buscaban una
buena adaptación de los libros en los que supuestamente te basabas.
Muchos no han visto cumplidas sus
expectativas, es cierto, pero hoy no vengo a reprocharte, este es un adiós con
pena por lo que has sido y por lo que pudiste ser.
Echaré de menos a Eric, ese vampiro
nórdico que se adueñó de los sueños húmedos de las televidentes. Él, que de
verdad encarnaba lo que esperábamos de un vampiro. Sangre y
sexo a partes iguales. Extrañaré a Sookie, esa muchacha atolondrada que nunca
supo escoger hombres como lo habríamos hecho nosotras, pero que ha sido una
gran heroína, con temperamento y ovarios para plantar cara a todos. Podría
haber sido más guerrera, sí, pero nos dio grandes momentos en la segunda temporada.
Añoraré a Alcide, porque….¿en serio debo explicarlo?. Y a Pam, ¡¡Ay, Pam!! Tú y
Eric os merecíais ser los reyes indiscutibles de la serie (es una lástima que todos lo viéramos, menos los guionistas).
Muchos grandes personajes y tramas han pasado
por tus temporadas, pero siempre llevaré en el corazón a Jessica, que
tímidamente fue abriéndose un hueco y convirtiéndose en la vampira más
entrañable de todas.
Lo sé, querida True Blood, no he
mencionado todavía a Bill, pero todos sabemos que él fue tu gran error y el de
Sookie. No te lo reprocharé, tenías que elegir y elegiste. Pero perdóname si
aún a día de hoy te odio un poco por eso.
Por el camino hemos dicho adiós a
personajes queridos y hola a otros nuevos, nos hemos emocionado contigo, nos hemos reido y
también te hemos odiado, y es, quizás, en esa dualidad entre el amor y el odio,
en la que te has hecho un hueco en nuestros corazones. No podíamos dejar de
verte, pero te odiábamos cuando te veíamos. Te pido perdón si te disgusta mi
confesión, pero a veces era difícil no odiarte, igual que se complicaba no
amarte cuando nos brindabas grandes momentos, la gran mayoría de la mano de
Eric y Pam o de Eric y Sookie ( Lo ves!!
Sé que no debo hacer leña del árbol caído, pero ¿Por qué Bill? Nunca nos lo has
explicado, Bill no saba la talla ni como vampiro ni como tercero en discordía…).
Al final nos has querido brindar una
temporada que hiciera justicia a todos los personajes. Bien. Lo has intentado y
te lo valoro, no creas que soy una desagradecida, pero tú y yo sabemos que han
sido Eric y Pam los que han brillado, y nadie más. Está bien, está bien, esto
es un adiós sentido y no una carta de reproche, así que dejemos lo que
queríamos que pasara y centrémonos en lo que pasó, lo inevitable, y aunque
muchos te lo negarán, creo que por fin has cerrado con coherencia lo que era un
error arrastrado. No de la manera que me hubiera gustado, pero acepto esta
alternativa.
En fin, debo despedirme de ti y creo
que la mejor manera es dándote las gracias por Eric, por todo y por nada.
Hasta más ver querida.
P.D: Este hubiera sido un gran final:
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