Amigos: A los que fueron y a los que son.

jueves, 7 de julio de 2016



Ayer hablaba con una amiga a la que quiero mucho, aunque nos veamos poco, y me contaba como una chica a la que consideraba una amiga la había excluido de su vida, sin explicación alguna, y de unas maneras poco correctas. Después de comentarlo un rato y hacer elucubraciones, porque nunca llegaremos a saber la verdad de todo, recordé lo que me decía siempre mi madre: “Hija, si alguien a quien consideras un amigo desaparece sin dar explicación es que nunca fue un verdadero amigo, así que alégrate de no malgastar más tiempo con esa persona.”

El caso es que, como estoy bastante ñoña últimamente, esto me hizo recordar y reflexionar, y eso amigos míos, es como abrir la caja de pandora, lo que me llevó irrefrenablemente a tirar de viejos álbumes de fotos y…. ¡¡las compuertas de la ñoñería se han abierto!! ¡¡Peligro!! ¡¡Peligro!!.

Por esas miradas que solo nosotras entendemos
A lo largo de mi vida, supongo que como os habrá pasado a vosotros, he tenido gente a la que consideraba amiga, incluso dentro de mi círculo de mejores amigos, que, por unas cosas o por otras, han ido desapareciendo. No negare, que pese al consejo de mi madre, siempre hay bajas que te duelen en el alma, porque son completamente inesperadas, como ese mejor amigo al que le contabas todo y con el que pasabas tantas horas al teléfono que agotabas todo el saldo de tu tarjeta en una llamada que un buen día dejo de llamar, esa mejor amiga que se quedaba a dormir en tu casa, hacíais noches de pijama, le presentaste a todos tus amigos y cuando se echó novio se la tragó la tierra….voy a dejar de contar aquí que se me encoje el corazoncito.

Amigos del colegio, de la universidad, de la infancia, gente que pasa por tu vida pero que no se queda. Yo creo que esto forma parte de la experiencia, del ciclo de la vida. Cada persona que pasa por nuestras vidas creo que nos deja algo, como una estela, nos crea recuerdos, nos advierte y enseña. Creo que una de las primeras lecciones es que nada es para siempre, como esos amores de verano, que desaparecen con la vuelta al curso, y la segunda, o si somos un poco más lentos en aprender la lección será la tercera o la cien, es que no debemos fiarnos de todo el mundo. Creo que la lección sobre la confianza es la más dura que tenemos que aprender y a algunos aún nos cuenta no repetir el mismo error una y otra vez. Pero qué quereis que os diga, somos humanos y tendemos a tropezarnos con la misma piedra una y otra vez....

Por esos abrazos que consuelan mas que las palabras

Pero al final, no importan las bajas, lo que importa es los que se quedan, esos que pese al paso del tiempo y de la distancia siguen estando en tu vida, aquellos que no piden de ti más de lo que les puedas dar, aquellos a los que no pides más de lo que te quieren dar. Porque con los años has aprendido una gran lección, y es que a las personas hay que quererlas como son, no como quieres que sean. 


Con el paso del tiempo es bonito recordar a esa gente que se perdió y los momentos que vivisteis juntos, esa gente que pasó por tu vida dejando bonitas historias. Yo aún recuerdo a mis amigos del pueblo, a ese grupo de chicos y chicas que éramos. Recuerdo las risas, los ratos interminables bajo una mimosa, donde el tiempo se detenía, donde no había preocupaciones de adultos, solo bromas y diversión. Recuerdo las confesiones, todas las primeras veces que compartimos juntos, las broncas y las paces, los primeros amores y los primeros besos, la primera cerveza, el primer calimocho, la primera noche fuera de casa, el primer desamor, la primera caída en moto…. Recuerdo cada momento, cada conversación, cada instante que pasamos juntos hasta que el tiempo, la edad y nuestros caminos nos fueron separando.

Por los litros de café siempre en buena compañía.
Recuerdo mi grupo de la universidad, ese grupo ecléctico que formamos, recuerdo las horas perdidas entorno a una mesa de bar, en el patio, o en los bancos, los bares, las risas, los viajes, los miedos, las horas de biblioteca, los cafés horrorosos y los cigarros ansiosos, las alegrías y las tristezas de los exámenes, las confesiones y los descubrimientos. 



Porque los abrazos en piña son más que abrazos
De todos esos momentos de mi vida, de mi infancia, de mi adolescencia, de mi etapa universitaria y de mi etapa adulta, puedo presumir de, pese a las bajas que me rompieron el corazón y las que me esperaba, haber conseguido amigos que se han convertido en familia, al amor de mi vida, y cientos de posibilidades y de momentos a mis pies para poder disfrutarlos, con ellos, con los que se quedan, con los que deciden no ser un recuerdo más. Ellos son mi gente, mi familia, esa que puedes elegir aunque no compartas sangre porque te une algo más fuerte, el amor. Ellos, los que han aguantado a mi lado cuando la vida nos ponía pruebas muy duras que superar, los que han secado mis lágrimas y han compartido mis alegrías, con los que aunque no te ves en bastante tiempo cuando te juntas es como si ayer os hubierais visto, porque no existe esa brecha, porque el tiempo y la distancia con nosotros no cuenta, no pasa, no nos separa. Ellos, con los que he compartido lágrimas y carcajadas, miedos y esperanzas, secretos, confesiones, vacaciones, escapadas, bodas, dolor y alegría, esas comidas y cenas interminables entre risas y debates sobre la vida, esas locuras que solo con ellos soy capaz de hacer. Ellos que perdonan mis faltas, mis manías y mis defectos. Ellos, que espero que nunca se conviertan en una baja más.

Por las risas eternas en camas compartidas
Por eso, a los que fueron y a los que son, a los que vendrán y a los que se irán, hoy quiero darles las gracias. Gracias por hacerme ser quien soy, por haberme querido alguna vez y por seguirme queriendo, gracias por haber estado a mi lado y por seguir estándolo, gracias por los recuerdos que construimos y construiremos juntos.

Ahora y siempre: Gracias
 

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